Recontra tempestad en los Andes


Haz clic acá para empezar desde el comienzo.

Recontra tempestad en los Andes es una narración serializada que parte de la siguiente pregunta: ¿qué pasaría si el racismo y hostilidad que manifestó Lima hacia las provincias tomara un rumbo político?


Advertencia: Todos los personajes y acontecimientos en Recontra tempestad en los Andes -incluso aquellos basados en personas reales- son completamente ficticios. El blog contiene lenguaje grosero y debido a su contenido no debería ser leído por nadie.

martes, 19 de abril de 2011

12. Arequipa, 15 de junio


“No y mil veces no. Esto es completamente ilegal” explicó Federico Ortiz de Zevallos. Él también tenía en su escritorio un ejemplar de la Declaración de las causas inmediatas que inducen y justifican la declaración de autonomía por parte de la Región Puno. “La república del Perú es un estado unitario en proceso de regionalización, pero no es un estado federal ni nada por el estilo. Toda esta argumentación no tiene valor alguno.”, sentenció.

“Pero mire las razones que exponen, cito:” le dijo su cliente, quien se puso sus lentes de lectura y se puso a leer de su propio ejemplar. “La soberanía como tal es inherente al pueblo, y en vista de ello, es potestad suya concluir cuándo está siendo sujeto a tiranía o a mal gobierno. Habiendo hecho eso, tiene la prerrogativa de rechazar dicha tiranía o mal gobierno y reasumir sus plenos derechos.”

A Federico eso le parecía una argumentación refutable de mil maneras. “Mire, el Perú está regido por una Constitución que es la que establece los derechos de los ciudadanos, y no contempla este acto de… ¡sedición!”. El cliente levantó la mano para indicar que iba a seguir leyendo otro pasaje.

“A lo largo de siglos, el gobierno central de Lima ha sistemáticamente explotado a las regiones del interior, entre ellas la Región Puno, monopolizando para sí misma los beneficios de esta relación.” Federico suspiró. Ya había leído el documento. “Asimismo, ha bloqueado constantemente toda iniciativa de reforma que haya surgido desde las regiones para eliminar dicha relación de dependencia, perpetuando de esta forma la expoliación a la cual nos encontramos sujetos.” El venerable señor omitió algunos pasajes más que rondaban en torno a la misma temática, y leyó la razón coyuntural. “El poder corrupto de la capital ha decidido imponer una presidente en contra del deseo mayoritario de los ciudadanos de la república. Es de asumir que esta autoridad ilegítima se abocará a priorizar los intereses de la capital en desmedro de los de las regiones.” Eso sí era un problema. Cuando el gobierno quebraba la ley, ¿con qué autoridad moral puede exigir su cumplimiento?

Su interlocutor se adelantó hasta las conclusiones. “Por las razones expuestas, a saber, que cuando la relación entre la capital y la región ha dejado de ser una de pares fraternales y ha pasado a ser la que se da entre una metrópoli y una colonia, y cuando dicha capital quiebra las leyes a su antojo, el resultante quiebre del orden constitucional tan solo puede atribuírsele a la capital, por haber roto la relación de mutua confianza que la Constitución requiere. Es por ello que esta Asamblea Constituyente Regional promulga la ley de autonomía regional, por la cual la Región se reserva para sí mismo todas las facultades de gobierno a excepción de las de diplomacia internacional y defensa ante amenaza exterior.”

Federico sonrió tristemente. “Es fútil. Cuando entre Eiko, los aplastarán.”

El anciano sacudió la cabeza. “Recuerde el arequipazo, doctor”. Había muchos factores mitigantes ahí que podían ser esgrimidos. No tiene sentido discutir, pensó. Le indicó cortésmente que tenía otra cita y le agradeció por la amena discusión mientras lo acompañaba a la puerta de la oficina.

En realidad, tenía hambre. Esperó que pasaran algunos minutos y salió del estudio de abogados a la plaza de armas de la Ciudad Blanca. Donde alguna vez flameó la bandera del Estado Sur-Peruano, pensó irónicamente, pero sin trazos de “nacionalismo arequipeño”. Había empezado sus estudios de derecho en la Universidad Católica Santa María de Arequipa, para trasladarse después a la Universidad de Lima. Tenía un pie en ambas ciudades, y no veía por qué tendrían que separarse.

<- Entrada anterior

Primera entrada

lunes, 18 de abril de 2011

11, Cuzco 14 de junio

Tanto la proclamación de Eiko como ganadora de las elecciones, así como sus primeras declaraciones tuvieron un efecto electrizante en Tinta. Ni Tadeo ni nadie más en el distrito estaban dispuestos a aceptar ese tipo de amenazas. Pronto se oyeron los primeros llamados a hacer una marcha sobre la capital para exigirle al aun indeciso gobierno regional que siga el rumbo que había trazado Puno. Se organizaron rápidamente.

“Quienes han votado por mí lo hicieron esperando que mantenga el principio del orden, tal como lo mantuvo mi padre. Por ende, exhorto al pueblo de Puno que deponga su actitud inconstitucional y que autodisuelva la así llamada Asamblea Constituyente Regional. Tienen de plazo hasta el 28 de julio, día en que asumiré la primera magistratura para hacerlo de manera pacífica. De no hacerlo, las consecuencias serán de su exclusiva responsabilidad.”

Más claro, ni el agua. Pero lejos de intimidar a los puneños, la actitud de la presidente-electa pareció azuzarlos. El resto del sur tampoco lo tomó nada bien. No. Ya ha sido suficiente. Los tinteños se prepararon para un largo proceso de protesta. Llevaban las carpas y frazadas necesarias para abrigarse mientras se manifestaban en la capital regional, así como suficiente comida para los primeros días.

La noticia llegó poco antes de que partieran para la ciudad del Cuzco y causó furor entre los presentes. El gobierno regional acababa de anunciar que estaba estudiando seriamente la posibilidad de formar su propia Asamblea Constituyente Regional. La que fue preparada como una marcha de protesta se reconvirtió en una de apoyo y presión para que la decisión final se tomara. Y a lo largo del viaje a la capital la radio anunció más buenas noticias: los gobiernos regionales de Tacna y Huancavelica anunciaban los primeros pasos hacia imitar a Puno. Esta cosa ya es imparable. Si más regiones se unen ya no habrá marcha atrás.

El resto del viaje siguió entre canciones y discursos. La ciudad imperial los recibió, imponente como siempre, y repleta de manifestantes que proclamaban su apoyo a la propuesta de formar la Asamblea. Tadeo trataba de evaluar la situación a medida que iba leyendo los carteles y pintas. ¡Asamblea Constituyente ahora! ¡Abajo el fraude! ¡Autonomía para las regiones! ¡Más canon para Cusco! Todo estaba dentro de lo que había esperado. Pero hubo un cartel que le llamó la atención, y lo releyó para asegurarse de que no se hubiera equivocado. Vaya, eso sí es novedad. Y no suena tan mal, después de todo. Les señaló el cartel al resto de su partida y tuvieron la misma reacción cautelosa, pero positiva.

Entre los medianamente convencionales carteles políticos, los campesinos de Tinta divisaban uno que portaba la supuesta bandera de los Incas y las palabras ¡Restauración del Tahuantinsuyo! ¡Con Qosqo como su capital!

<-Entrada anterior

Primera entrada

Entrada siguiente ->

domingo, 17 de abril de 2011

10. Lima, 13 de junio

“Acá, seguro que Eduardo el revolucionario caviar va a defender a esos agitadores”, comentó Patricia al verlo entrar a la sala de profesores. Eduardo caminaba con un poco de dificultad, un golpe de bastón policial suele causar ese efecto. La marcha del día anterior le hizo recordar a las jornadas de 1998, 1999 o 2000.

“Oigan, si protestar contra el fraude electoral es cosa de agitadores, entonces caballero pues, yo también soy­–” empezó a decir, antes de ser interrumpido por Patricia, la profesora de inglés.

“No, no. Eso no. Nos estamos refiriendo a los ignorantes esos de Puno, que creen que pueden inventarse su propia constitución.” Eduardo pausó un momento. Pensó en comentar que una constitución es promulgada, no “inventada”, pero desistió. Entre tanto, oyó que en la radio estaban volviendo a comentar sobre los acontecimientos políticos de la región del Titicaca. Sacudió la cabeza.

“No, para nada. Un acto ilegal no justifica otro. Lo que están haciendo en Puno no tiene valor alguno. Sería una constitución ‘de mentiritas’, con tanta validez jurídica como proclamarse rey de Bir Tawil.” Notó las caras de confusión. “Bir Tawil, un pedazo de territorio entre Egipto y Sudán que nadie reclama… bueno olvídenlo, que no viene al caso. La cuestión es que en entrevistas los miembros del Tribunal Constitucional han dicho que no procede.”

“Sí pues, aunque sea en eso estamos de acuerdo. Pucha, si no fuera por que ese comunista de Amauta Amaru anda azuzando a los serranos ignorantes, todo andaría perfectamente tranquilo en el país. Cómo les gusta fregar”, comentó Ana María, la matriarca del grupo, sabiendo muy bien que le estaba poniendo un palito a ser pisado por Eduardo. Eso de que el país andaría tranquilo de no ser por los amautistas era sumamente dudoso. Hay que saber escoger qué batallas pelear. Escogió una.

“Un momento, Ana María. Amauta salió ayer en la TV, y definitivamente no está apoyando lo que dices. Estaba hablando puramente de combatir el fraude y esas cosas. Es más, hasta insinuó que estaba en contra.” Eduardo sabía que esta conversación podría no terminar bien.

“¡Pero qué ingenuo eres!”, repuso Patricia, “¿No te das cuenta de que es un lobo disfrazado de oveja?”

Otra vez el burro al trigo. No hay caso, mejor un táctico cambio de tema. “Lo que me llama la atención es que el Gordo Alain se esté haciendo el loco.” Los demás asintieron. “Tengo la sospecha de que está dejando que la cosa se vaya poniendo peor, para dejarle el problemón a Eiko. Así él regresa el 2016 como el salvador de la república.”

“Alain es capaz de hacer cualquier cosa.” Ese sentimiento sí era universal. “Sabe que ponerle fin a las tonterías en Puno causaría muchas muertes y se quiere ahorrar el costo político”. Bueno, un día más sin pelearme con los demás, por lo menos. “Todo lo que causan los amautistas, caracho”. O quizá no.

Patricia pidió que bajaran la voz y le subió el volumen a la radio. “Hace pocos minutos la jefa de la ONPE, Macarena Chang, acaba de proclamar a Eiko Fujiyama como presidente electa, con el 100% de las actas escrutadas. La postulante de Acción 2011 anunció que dará una conferencia de prensa al mediodía para exponer su posición respecto de los recientes acontecimientos en el país.”

Caramba. Mucho, mucho, depende de lo que diga. Pero ya no habría tiempo para más. El timbre sonaba y le tocaba dar clase.

<- Entrada anterior

Primera entrada

Entrada siguiente ->

sábado, 16 de abril de 2011

9. Puno, 11 de junio

(Fuente: Vergüenza Democrática)

La cresta de la ola había sido bien utilizada. Las multitudinarias marchas contra el fraude que habían sacudido la ciudad se convirtieron rápidamente en marchas a favor de la Asamblea Constituyente Regional de Puno. Jeison se desplazaba a lo largo de lo que hasta hacía pocos días se había llamado calle Lima –ahora calle Constitución– buscando firmas para un referéndum regional que legitime la inminente Carta Magna. No faltaba gente que deseaba firmar. A este paso en pocos días tendrían la cantidad necesaria.

Poco importaba, lógicamente, lo que opinaran las autoridades de Lima, pensaba Jeison. Este era un asunto de Puno y para Puno. Además, el objetivo de la regionalización era darle más autonomía a las diferentes partes del país, cosa que Lima había bloqueado sistemáticamente. Ya no vamos a mendigar lo que es nuestro derecho, ahora lo tomaremos con nuestras propias manos. La dependencia local de la ONPE tenía suficientes puneños y sureños simpatizantes de su causa como para que hubiera un contingente suficiente de voluntarios dispuestos a prestar algo de su knowhow al proceso.

Jeison se aproximó a un grupo de policías que vigilaban que las manifestaciones no se desbordaran. En realidad, no sabía muy bien qué podrían hacer si es que los manifestantes realmente desearan recurrir a la violencia. ¿A cuántos podrían matar antes de ser barridos?

“Buenas tardes, ¿desean firmar por el referéndum?”, preguntó con voz inocente. Sabía cuál sería la respuesta, pero mientras de más maneras se les expresara que no les tenían miedo, mejor.

“Joven, lo que está haciendo está fuera de la ley, no tiene validez alguna”, le contestó, adusto, el mayor de los tres. “Así que circule nomás, si no se quiere meter en problemas.”

Jeison contempló momentáneamente aceptar la sugerencia del policía y seguir su camino, pero en ese momento emergió un sonoro “¡Viva Puno!” entre los manifestantes que tuvo el efecto de envalentonarlo. “Pero señor policía, la Constitución contempla el mecanismo del referéndum y también el de la transferencia de poder a las regiones. ¿No es este acaso la consecuencia lógica de ambas premisas?”

“No. Ahora, circule, circule”, le indicó, agitando el bastón. Jeison consideró que haber irritado al tombo constituía una victoria suficiente por el momento. Si se aprueba la constitución regional, ¿habrá policía regional? ¿Qué pasará con la Policía Nacional del Perú? Basta de pensamientos ociosos, Jeison. Todavía hay muchas firmas que recolectar.

Le sonrió cortésmente al policía y se empezó a alejar. El policía ignoró su despedida. Estamos en rebelión tácita, y no hay nada que puedan hacer. Volteó para mirarlos de nuevo. Detrás del policía con quien había hablado, otro, más joven, le hacía señas, indicándole que firmaría más tarde. Discretamente, Jeison le guiñó el ojo y regresó a la marcha.

Excelente.

<- Entrada anterior

Primera entrada

Entrada siguiente ->

viernes, 15 de abril de 2011

8. Lima, 10 de junio

Diego Alonso terminó su llamada mientras manejaba su camioneta. Volvió a mirar a María Alejandra y notó que su silencio no se debía solamente a la larga cháchara por celular que acababa de terminar, sino a una incomodidad más profunda. “Male, hemos hecho lo correcto. ¿Tenía algún sentido arruinarle la vida a los hijos de los Zimmerman? Mira que el mayor está por entrar a la universidad.” En realidad sentía que habían hecho bastante más de lo que se requería. A estas cosas debía simplemente echársele tierrita, a su parecer. Fue por insistencia de María Alejandra que habían averiguado quiénes le habían propinado la golpiza a la hija de la empleada.

“No sé, Gordis, tú no has visto a la chiquita. Se ensañaron con ella”, le respondió su esposa, sin mirarlo directamente. Sonaba a un ligero reproche.

“Male, los moretones se sanan y desaparecen. Y ni vuelvas a mencionar lo de los cortes, que fueron en el cuero cabelludo y esos sangran bastante, pero no son serios. Además, la cicatriz va a estar tapada por el pelo. Esa gente tiene pelo bien grueso, así que ni se va a ver. No hay daño permanente.” Pausó para ver su reacción. Nada. Puta madre. Tanto roche por esta huevada. “Un antecedente policial, en cambio, sí es permanente. ¿Le ibas a hacer eso a los hijos de los Zimmerman? No pues, ni cagando. Ellos ya se están haciendo cargo de los gastos, así que ¿para qué hacerse más problemas? Si ni siquiera vas a tener que cocinar mientras que la empleada lleva a la chibola a las citas médicas, si nos han ofrecido a su cocinera.”

No hubo respuesta. Desistió. Esas reuniones con la gente de la caridad de la Iglesia la habían hecho medio comunista a veces. Ni modo. Prendió la radio para oír las noticias.

“…rechazó la legitimidad del conteo de la ONPE, que va en 95%, y ha mandado una propuesta a su Consejo Regional para atribuirse poderes constituyentes regionales. Se espera que la propuesta sea aprobada rápidamente…” Diego Alonso siguió oyendo las noticias, empeorándosele progresivamente un humor que ya estaba erizado. “Puta madre, esos serranos de mierda no dejan de joder. ¡Puno! ¿Qué chucha es Puno? Si quieren declararse autónomos y “redistribuir” sus llamas y totoras de mierda, por mí que lo hagan. Ojalá que así esos auquénidos dejen de andar llorando y reclamando que papá gobierno haga todo por ellos. ¡Trabajen, carajo!”

Terminado su discurso, María Alejandra volteó la cara y lo miró. “Sí pues, Gordis, en eso tienes razón”. Lógico, pues. ¿Qué persona inteligente podría pensar de otra manera? Sonrieron un poco, dejando atrás el asunto de la chibola.

<- Entrada anterior

Primera entrada

Entrada siguiente ->

jueves, 14 de abril de 2011

7. Cuzco, 9 de junio

(Fuente: Vergüenza Democrática http://www.facebook.com/VerguenzaDemocratica)

Tadeo Chuquipoma Allauca terminó de leer el periódico en voz alta para los dos señores en la plaza de Tinta. Estando en sus veintipocos, sabía leer, cosa que la mitad de la población de más de cuarenta años en Tinta no podía hacer. Sus mayores intercambiaron miradas de aprobación. “Ya era hora de que alguien lo haga”, dijo Gregorio. “Quizás así sí nos hagan caso”, repuso Nepomuceno, añadiendo “Tadeillo, ¿qué opinas?”

Eran noticias portentosas. Puno prácticamente estaba amenazando con rebelarse si es que no se hacía una investigación inmediata a las alegaciones de fraude que habían denunciado los observadores internacionales. “No sé…”, empezó. “¿Qué puede hacer Puno solo contra Lima?” Ocasionalmente, una ciudad grande como Arequipa había podido hacer retroceder al gobierno central, pero era dudoso que Puno pudiera recrear dicho éxito.

“Tadeillo, es que si Puno se rebela, todo el sur también, pues. Todos estaremos unidos”, contestó Gregorio. “Es vergüenza que Cuzco no lo haya hecho primero”, se quejó Nepomuceno. “Somos la capital de los Incas, y ahora esperamos a Puno. Pero si el gobierno regional no apoya a Puno, Tinta saldrá a protestar. Somos la tierra de Túpac Amaru II.” Gregorio no se quedó atrás, “Mi bisabuelo peleó en las huestes de Túpac Amaru, ¿sabías?”

Tadeo hizo los cálculos rápidamente. El señor Gregorio era un hombre mayor, quizá de sesenta o setenta años. Sumando cuatro generaciones… no, no había forma. De todos modos, poco importaba, y tampoco tenía sentido ponerse a discutir con él. Los señores siguieron discutiendo un poco más, y después se despidieron de Tadeo, agradeciéndole por el favor hecho.

Sentado en la banca de la plaza, el joven dobló el periódico y se quedó mirando el rústico busto de Túpac Amaru II que adornaba la descuidada plazuela del aun más misérrimo distrito. Su abuelo le había contado que después de que los mistis descuartizaran al cacique rebelde, habían dispersado sus miembros por las cuatro esquinas del Perú y que desde entonces estas estaban arrastrándose por el inframundo para reunirse con su cabeza. Cuando lo hicieran, el Inca despertaría para echar abajo la explotación y abuso.

Hacía algunos años, cuando tenía esperanzas de ir a la universidad, Tadeo había rechazado tales historias como supercherías provinciales. Las cosas no habían salido como había planeado, y ahora seguía en Tinta, condenado a romperse el lomo y a vivir en la misma miseria que su padre, y su abuelo, y bisabuelo, y así sucesivamente. Ocasionalmente veía fotos de Lima en los periódicos y se preguntaba cómo sería vivir entre tanta modernidad y opulencia. Otras veces, se preguntaba por qué en Tinta no había ni desagüe.

Volvió a mirar a Túpac Amaru. ¿Quién sabe?

<- Entrada anterior

Primera entrada

Entrada siguiente ->

6. Lima, 8 de junio


Euforia volvió a revisar el tres leches en el horno. Miró el reloj para ver que no se le esté pasando el tiempo. Estudió las agujas detenidamente. Algo no cuadraba, y no tenía nada que ver con el postre. Su hija, Britnei Cristhina ya debería haber llegado del colegio.

Quince minutos después, sacaba la torta del horno. Si algo había aprendido trabajando con la familia García-Calerón – Graña, era hacer postres. La señora María Alejandra sabía hacer todo tipo de deliciosos potajes, y había sido muy buena al enseñarle. Euforia había intentado devolverle el favor mostrándole cómo cocinar guisos, sopas y platos diversos, pero sin éxito. A la señora le gustaba hacer postres, mas no cocinar. Es que es muy delicada, pensó.

Los golpes en la puerta de servicio la sobresaltaron. Siempre le había enseñado a Britnei Cristhina a tocar suavecito, como para no perturbar la siesta de la señora. Esta vez, sin embargo, el sonido revelaba una urgencia desesperada. Algo andaba mal.

Después de correr a la puerta y abrirla, Euforia soltó una exclamación de sorpresa y horror. Delante de ella estaba Britnei Cristhina, cubierta de sangre y amoratada. Al ver a su madre rompió a llorar, un llanto que evidentemente no era el primero del día.

“¡Mi hijita! ¿Qué te han hecho?” le preguntó exaltada, mientras la traía a la cocina para lavarle la sangre y evaluar la gravedad de sus heridas. El llanto embargaba a su hija, quien simplemente no podía contestar. “¿Qué te ha pasado?” le insistió una y otra vez. Un carro le ha atropellado. O me la han asaltado. ¡Ay, Dios mío!

Tal fue el barullo que a la cocina llegó, somnolienta, la señora María Alejandra. “¡Ay! ¿Pero qué le ha pasado a la niña?”, preguntó angustiada. Euforia tampoco tenía respuesta. La señora se acercó donde Britnei y la calmó, de manera que su llanto se redujo a sollozos. Tan buena, la señora, parece un ángel. “Ahora sí, Britnei, cuéntanos qué te pasó.”

Para ese momento, Euforia le había sacado la rasgada casaca con la que se abrigaba, revelando algo que le habían escrito en su polito. Euforia abrió la boca en asombro, así como la señora. Al darse cuenta de ello, Britnei empezó a llorar nuevamente. Por un momento Euforia pensó que podría ser de vergüenza, en vez de dolor o trauma.

En su polo estaba escrito en plumón negro, “serrana”.

<- Entrada anterior

Primera entrada

Siguiente entrada ->